Aficiones y aficionados
Me encuentro en desventaja. Soy aficionado a casi todos los deportes (de mirar) y cuando un grupo de "muy bien pagados" representantes de nuestra unidad geográfica consigue tan magníficos resultados, me alegro de verdad. Luego utilizo una cantidad importante de mi tiempo reflexionando sobre la intrincada mercadotecnia que lo envuelve todo y acabo mosqueado. Pero, ¡qué le vamos a hacer!.
Por lo que no paso es por la estulticia de despotricar contra el gobierno (sea el que sea) aprovechando una medalla de oro o volver a casa en los cuartos de final solo porque lo que me pone es despotricar contra el gobierno (sea el que sea). O creer que hago profundos estudios socio-económicos con cuatro amigos tan listos como yo y tres vinos en el cuerpo mientras hago la ronda por "la Laurel" y las parientas hacen la cena o lo que sea que hacen esas mujeres mientras yo arreglo el país mejor que esos idiotas que nos gobiernan. Eso si son deportes (inter)nacionales.
Estos días, todos tenemos banderas (a)legales en los balcones o en la antena del coche. Nadie quiere hacer política, pero todos participan de ella.
Entonces, te vuelves, percibes el amargor social y rencor humano exhudando por todos sus poros y, educada pero firmemente, le pides que no levante tanto la voz tan cerca de ti y descubres que te está mirando como si fueras un marciano y en su rostro congestionado puedes leer: ¿que hace un tipo como éste aquí?. A continuación entorna los ojillos brillantes, te echa el aliento un poco más si cabe mientras resopla y se aleja cinco metros para seguir con su diatriba (que más quisiera yo que entendiese el término, pero me da igual).
© José Antonio Ferrández
Pd.- Oigo decir al presidente de la República Sudafricana que el evento les está reportando muchos beneficios. ¿Veremos alguna mejoría en la situación de pobreza de millones de sus habitantes? Espero que sí.
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