A uno que no llegó ..............

No tengo claro cuánto debes conocer la obra de un escritor, músico, pintor (artista en general) como para creer que es merecedor de tal o cual premio. Además de tener una cierta formación académica que permita elaborar teorías sustentables para argumentar dichos méritos.

Por eso, al hilo del fallecimiento de Philip Roth hace unos días y las informaciones que han sido distribuidas (más o menos creíbles) sobre su enfado con la Academia Sueca por no haber sido agraciado con el Nobel de Literatura, lo que provocó su retirada de la creación hace unos años; al margen de su presumible derecho a la condecoración y su dotación pecuniaria nada desdeñable, me quiero permitir la libertad de opinar al respecto.

No voy a decir que fuese mal escritor, en absoluto; ni que fuese entendible que entre los últimos años del S.XX y primeros del S.XXI no le hubiesen otorgado el mencionado Nobel Prize. Pero hacerse de cruces porque haya muerto sin recibirlo ya me parece un pelín exacerbado. Los críticos literarios son muy así de llorar sangre por los muertos (sobre todo recientes).

En cualquier caso, y a lo que iba cuando me empecé a perder en mis "mismeces" es que, habiendo leído SOLO "El Lamento de Portnoy" y un par de cuentos anteriores, y haber visto la versión cinematográfica de "Pastoral Americana" (tostón dramatúrgico de Ewan McGregor) no puedo decir que me gustase su forma de escribir.

Pero. Siempre hay un pero. ¿Que criterio no espúreo (androfobia, antisemitismo, puritanismo, etc etc) pueden tener en la Academia Sueca para dar el Nobel Prize in Literature a Svetlana Aleksiévich, Orhan Pamuk, Elfriede Jelinek, Herta Müller, Gao Xingjian, y no hacerlo con Philip Roth. No deja de ser curioso que en las últimas horas se deje oír el cotilleo en las redes sociales de que el escándalo en la propia Academia Sueca es un disfraz para no dar el premio éste año a quien le tocaba según los mentideros literarios. Y que ahora se ha muerto (voluntariamente) para que no tengan que dárselo el año que viene. ¡Chincha!

© José Antonio Ferrández