"Once Upon a Time... in Hollywood"
La tésis:
Acabo de salir de disfrutar de la última obra de Quentin Tarantino. 165 minutos de patchwork emocional sesentero, autocomplaciencia profesional, homenajes a viejas glorias (como lo será él en unos años), diálogos atractivamente inconsistentes e incongruentes excepto en la mente de su creador (no digo ya para los anglohablantes cuando la visionan en v.o.), una playlist merecedora de un lugar de honor en Spotify (si no lo tiene ya), de ausencia total de guión (excepto el último cuarto cuando sale el letrero de “seis meses después”, de un montaje de sonido, de fotografía y musical de premio gordo, de un duelo interpretativo Pitt-DiCaprio que no llega a sustanciarse porque el director ha decidido que casi ni se miren, de una Margot Robbie candida y sosa como no la veía desde "Tarzán", a Al Pacino y Bruce Dern que éste año no tenían para pagar el alquiler. Reconocer a Damian Lewis o Michael Madsen (tv dentro del cine) o Kurt Russell ha resultado más gratificante aún cuando sus papeles casi son cameos. Y un desenlace que, de no ser por los spoilers internacionales, se podría adivinar desde que vemos la visita de Cliff Booth al Rancho Spahn. Finalmente un reconocimiento muy explícito a la labor de documentación de “Tarantino’s crew” sobre el cine y la televisión de aquéllos años, especialmente a la temática western.
Cierto es que, para su duración, no se hace espesa ni entran ganas de mear a los 30 minutos gracias a ligeros cambios de ritmo y de guión. Por ello recomiendo verla aunque no necesariamente en la gran pantalla. Al contrario de “The Hateful Eight” que SÍ PRECISA sábana gigante blanca para su disfrute.
Para finalizar, obviando pruritos emocionales patrioteros, y sin quitarle valor a “Bring a little lovin“, mi apagón emocional llegó al escuchar a José Feliciano entonando el fastuoso e icónico, sobre todo en el momento y lugar de la película, “California Dreamin’” de “Mamas & The Papas”, dos de las cuales aparecen representadas en la fiesta de Playboy House para más diversión.
Hay muchas más lineas temporales asomadas a lo largo de la película que dejo a los especialistas (p.e.- ¿quién o qué es Pussycat? O ¿el Jefe de Especialistas Randy es anterior o posterior al serial killer de “Death Proof” porque su mujer en "...Hollywood..." es una de sus victimas en la otra?) ………………........…. Ahí lo dejo.
Acabo de salir de disfrutar de la última obra de Quentin Tarantino. 165 minutos de patchwork emocional sesentero, autocomplaciencia profesional, homenajes a viejas glorias (como lo será él en unos años), diálogos atractivamente inconsistentes e incongruentes excepto en la mente de su creador (no digo ya para los anglohablantes cuando la visionan en v.o.), una playlist merecedora de un lugar de honor en Spotify (si no lo tiene ya), de ausencia total de guión (excepto el último cuarto cuando sale el letrero de “seis meses después”, de un montaje de sonido, de fotografía y musical de premio gordo, de un duelo interpretativo Pitt-DiCaprio que no llega a sustanciarse porque el director ha decidido que casi ni se miren, de una Margot Robbie candida y sosa como no la veía desde "Tarzán", a Al Pacino y Bruce Dern que éste año no tenían para pagar el alquiler. Reconocer a Damian Lewis o Michael Madsen (tv dentro del cine) o Kurt Russell ha resultado más gratificante aún cuando sus papeles casi son cameos. Y un desenlace que, de no ser por los spoilers internacionales, se podría adivinar desde que vemos la visita de Cliff Booth al Rancho Spahn. Finalmente un reconocimiento muy explícito a la labor de documentación de “Tarantino’s crew” sobre el cine y la televisión de aquéllos años, especialmente a la temática western.
Cierto es que, para su duración, no se hace espesa ni entran ganas de mear a los 30 minutos gracias a ligeros cambios de ritmo y de guión. Por ello recomiendo verla aunque no necesariamente en la gran pantalla. Al contrario de “The Hateful Eight” que SÍ PRECISA sábana gigante blanca para su disfrute.
Para finalizar, obviando pruritos emocionales patrioteros, y sin quitarle valor a “Bring a little lovin“, mi apagón emocional llegó al escuchar a José Feliciano entonando el fastuoso e icónico, sobre todo en el momento y lugar de la película, “California Dreamin’” de “Mamas & The Papas”, dos de las cuales aparecen representadas en la fiesta de Playboy House para más diversión.
Hay muchas más lineas temporales asomadas a lo largo de la película que dejo a los especialistas (p.e.- ¿quién o qué es Pussycat? O ¿el Jefe de Especialistas Randy es anterior o posterior al serial killer de “Death Proof” porque su mujer en "...Hollywood..." es una de sus victimas en la otra?) ………………........…. Ahí lo dejo.
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