Paris brûle-t-il ?
Algún conocido ha comenzado su reflexión sobre el incendio de la Catedral de Notre Dame de París avisando que sabía que le iban a llover los palos por su opinión. Yo lo dejaré para el final.
Primero: a expensas de informe pericial definitivo, consideremos el asunto un fatal accidente por la conjunción de diversas circunstancias: Antigüedad, materiales, climatología, falta de medios de rehabilitación adecuados, etc etc.
Segundo: no vamos a tomar en consideración las originales salidas de tono del Sr. Trump (Mr. President of U.S.A.)
Tercero: en ningún medio he leído mencionar la significación del edificio, no tanto de icono religioso como de ICONO de un cambio de civilización. Reflejo arquitectónico de lo que estaba transformando la Europa de aquellos años. El amanecer del final de la edad media. El cambio de paradigma moral de la civilización: de la dependencia divina a la iniciativa humana.
Cuarto: El sentido místico de la edificación no es en absoluto propiedad de la iglesia católica. Su construcción se realizó sobre los restos de un complejo romano que, además, anteriormente lo fue celta (y vaya usted a saber que hubo antes). Ambos con connotaciones profundamente míticas. Y antes de formalizarse como lo que es ahora también fue una iglesia románica (otro escalón en nuestra civilización).
A lo que iba. Tras el desastre han surgido múltiples debates a cual más descabellado e inane. Pero el que más risa me está dando es el que atañe a las aportaciones privadas y públicas para su restauración.
a) Se cuestiona quién o qué debe hacer mayor esfuerzo. Se cuestiona la carrera de grandes empresas multinacionales por ver quién "la tiene más gorda" (la cartera).
b) Se cuestiona si la autoridad civil debe aportar al asunto o dedicar sus esfuerzos a problemas reales como el vertido plástico, el cambio climático o los ciclones de hemisferio sur (son los que tocan ahora). Se me olvidaba mencionar que los edificios religiosos en la Republica Francesa son de propiedad estatal y solo están cedidos a la Iglesia para su explotación. Al resto del mundo se le olvida que, además, la Catedral de Notre Dame incentiva a millones de personas de todo el mundo a visitar París (como hice yo en su momento) y eso supone unos ingresos para la ciudad de mucha consideración.
c) Se cuestiona si las aportaciones particulares deben beneficiarse de descuentos en el IRPF (francés, por supuesto). Pero si que nos importa que nuestra suscripción a Cruz Roja desgrave (una miseria) en nuestra liquidación anual con Hacienda.
d) Incluso he leído opiniones del tenor de que debería ser la Iglesia Católica la que apechugara con el coste. Repito lo dicho el apartado b). Pero si lo hiciese (aportar), la Iglesia (católica) sería como si lo hiciese Pinault, Total o Vuitton. No problem. El mismo trato fiscal y el mismo respeto ciudadano. A nadie se le caerían los anillos (vulgo dixit) porque así fuera. Lo que da grima es la cantidad de insensateces que se están leyendo en las RRSS a cuento de ello. Reprochar a las grandes fortunas que "colaboren" en asuntos de esta índole es como escupir al cielo. No me atrevo yo a especular sobre lo que ayudan o no en causas "más (o menos; es subjetivo) nobles". O se piensa la gente que las donaciones de Inditex en material hospitalario son un invento de Amancio Ortega.
Por lo demás, nada que decir. Yo ya visité el lugar hace unos años. Como deber/placer humanístico. Me gustó y lo disfruté. Pero también me gusta el cordero lechal y cada vez que puedo me como uno (no el mismo).
Y me gusta, por supuesto, "La Marseillaise" cantada al final de ¿Arde Paris? como respuesta a los delirios de otro dictador paranoico.
© José Antonio Ferrández
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